lunes, 15 de abril de 2024

 


Otoño en Nueva York

 

La ventisca golpea mi esqueleto

ruido sordo, paredes divididas

los venados miran impávidos

el fin de mis placeres.

En este subsuelo helado

se cuecen inútiles propuestas

el frío resbala sin rendirse

en la infecunda maquinaria de la calefacción

 

Me pierdo en un hervidero de alarmas

Walt Whitman llama desde el Hudson

muero en el alisado ventanal

el ventarrón sacude mis pulmones

y juego a ser otra:

desde los ojos de habitantes sin ojos

desde los míos que lloran sin querer

de frío, de sudor helado

… el otoño se deshoja en el patio

 

La ciudad acaricia mis entrañas

cuatro hombres reparten sus cartas

sus ases de corazones

seducen a sucias reinas de diamante.

Intento olvidar que me olvidaron

que prefieren su azar, sus cigarros

a mi figura ardiente, mi avidez

hombres necios y vacíos

 

Mañana el viento abandonará mi cuerpo

viento de artificio que me parte los labios

y repta por tuberías oscuras

por las veredas de una ciudad que nunca duerme.

Respiro su aire azul, síntesis de la física de Einstein

vocerío frente a la torre del poder

sucesión de muerte por el mundo

vida lóbrega de gente en estampida

entre sima, hamburguesa y ficción

 

Cuatro pájaros agitan mi noche.

Antes de que engullan mis ojos

apago la luz

jueves, 28 de enero de 2021

 Jugando y aprendiendo, en un taller,
a escribir coplas con mujeres de Esmeraldas.

Cuando vienen las mujeres

 

Cuando vienen las mujeres

a cantarle a la poesía

dicen que es algarabía

y que si no escribes mueres

 

I

 

Contando con la palabra

divina emoción alcanzan

y que una puerta se abra

pa´ dejar vida macabra

Aunque al infierno tú fueres

culpable mujer no eres

de un mundo que no es inmenso

pero que revive intenso

cuando vienen las mujeres

 

II

 

Fantasmas, demonios se van

con el corazón en verso

que al cuento lo vuelve terso

Despiertos, los pasos cantan

los pájaros se levantan

vienen raudos a la vía

para dejar su alegría

los hombres se quedan mudos

y la mujer rompe nudos

al cantarle a la poesía

 

III

 

Porque es de diosas corearle

a la tierra, al agua, al aire

al fuego que con donaire

baila para alimentarle

a la mujer y soltarle

Vida canto y ambrosía

tenemos con la poesía

moviendo su pelo lacio

libertad, tiempo y espacio

dicen que es algarabía

 

IV

 

Indias, mestizas, negras

vengan, rompan el silencio

y debiliten la amnesia

que no pudo volver piedras

a tantas mujeres negras

Canten, canten las mujeres

y si a alguna de ellas vieres

llámala a extender sus alas

que no te digan son malas

 y que si no escribes mueres

 

miércoles, 21 de octubre de 2020

 


No es posible el cielo

 

Estoy sola en el desierto de Thar

los pavos reales graznan al atardecer

“no es posible el cielo”

dijo él cuando llamó

para saber si todavía estoy viva

Su llamada a media noche

hizo un vacío en este cuarto

donde el bramido de los camellos

ensordece hasta al más sordo

“¿Tienes alimentos?” Preguntó

“No vengas”: lo intuí levantando su palma

para detener el ímpetu de mi soledad

“no llegues a esta casa de mujeres con velos

a esta ciudad amarilla

a este cuerpo envejecido”

 

Y se llevó mi sueño y amanecí entre gallos

Y gorriones insomnes

 

viernes, 21 de agosto de 2020

Ciudad fantasma

 

Un día en la ciudad fantasma

 

Vomito las entrañas en un soplo de humo

ofuscada respiración

lluvia en mis zapatos

quiero ofrecerle mi sombra a satanás

y conjurar la caricia del espectro

las esquinas de mis ojos

mi voz de cantante vieja

 

Los edificios de niebla

derrumban mi apetito y mi lujuria

me vuelven espejismo

asfalto

una monja me besa, traidora,

y anuncia mi muerte en el penthouse

 

Quedan muchas páginas en blanco

la huida de una chica con sombrero negro

veredas que apestan

entre basuco y vals llorón

¿qué hago en esta ciudad imaginaria?

 

Estoy fuera, estoy desnuda

los muertos duermen a dos metros bajo tierra

de lejos me llega la inclemencia

la cicatriz del monumento enmohecido

el vacío de la historia

 

El trébol de cuatro hojas no existe

abandono el cómodo sillón y corro

huyo de mi sombra

de mi viejo discurso

nadie me salvará de la ciudad

 

¿Dónde está el paraíso?

busco navajas, serpientes, vino

abrazos que detengan mis temblores 

avenidas que griten de placer

para que la ciudad despierte

sábado, 12 de abril de 2014

POEMAS ROTOS

Miro la puesta de sol
El amor cruza en una esfera
¿verdadero? ¿falso?
El hombre grita
Sus cuerpos viajan
Desde la nube hasta lo oscuro

No importa la muerte
Si  tres son uno que vuela
Ser mecánico en primera fila
Opinión  intrascendente
Fiesta y velorio donde todos bailan
Teatrino vacío
¿Dónde quedó el amor?

***

Yo no fui
Vivo en el ayer
No podré
Vivo en el futuro
Cápsula espacial
Secreto descubierto


Bostezo planetario
El tímido terrícola
Pretende limpiar la historia
La evasión nocturna
El círculo decapitado
En enero se despiden las raposas
El cemento devora a sus crías
Bulla contra el muro
Desbandada

sábado, 28 de diciembre de 2013

La hormiga que vio las estrellas

Una hormiga me camina por el pecho
recorre, reconoce, me estremece
húmeda, su lengua saborea
los dulces que le ofrezco
recién hechos, caramelos, miel 

La miro desde mi almohada
y sé que viene de muy lejos:
de cargar sobre sus hombros
un planeta inexistente,
de trepar a un árbol enorme
para descubrir las estrellas,
de desear, ávida, un nido

Va despacio, llega al pubis
me canta, me encanta

Cuando traspasa el portal de jade
y descubre mares ocultos y tesoros
su júbilo campanea en mis ojos verdes
sube, moja, ofrece
llega con toda su negrura
y dentro del templo
se hace la luz

miércoles, 5 de junio de 2013

DIOSA

He querido convertirme en diosa para estar lejos del dolor. Para no sentir frío ni quemarme con el sol. Para mirar impasible el derrumbamiento del planeta. Para manejar a mi antojo los sentimientos de hombres y mujeres. Para evitar, desde mi todopoderoso albedrío, la angustia de distinguir entre el bien y el mal, entre salud y enfermedad, entre amor y odio.

Ser diosa para trascender este cuerpo y habitar el pasado, el presente y el futuro. Para no sentir el deterioro de mis huesos. Para proteger a mis hijos desde mi poder y mi amor eterno. Ser diosa para evitar el sufrimiento de mi madre, el de todas mis hermanas, sobrinas, nietas, amigas, todas las mujeres del mundo.
He querido ser diosa para reconciliar a los hombres con la tierra, para detener las armas y la destrucción. Pero soy humana, y duele. Soy humana, amo y odio, sufro por el mundo cual virgen dolorosa. Peleo a diario con la tristeza de mi carne deleznable.

Soy humana y me deshago cada día como nube, como flor, como mariposa.

¿Las diosas ríen, bailan, cantan? ¿Gozan con el viento, el mar, el guabo que crece? ¿Se alegran con los nuevos seres, las cascadas, la poesía de las mujeres? ¿Observan complacidas su obra? ¿Sienten orgasmos cuando ven sus hermosos trabajos terminados? ¿Sonríen ante las mágicas palabras de otros dioses?
Seguro que sí. Lo hacen. Se nota en el color de las flores, en la risa de la gente, en las voces de niños y niñas. En el vuelo de los pájaros, en las cumbres, en el agua de las cascadas, vertientes y lágrimas. En todos los animales. En la vida que vemos todos los días. Tierra fecunda, Luna, Sol.
Soy diosa.