Una hormiga me camina por el pecho
recorre, reconoce, me estremece
húmeda, su lengua saborea
los dulces que le ofrezco
recién hechos, caramelos, miel
La miro desde mi almohada
y sé que viene de muy lejos:
de cargar sobre sus hombros
un planeta inexistente,
de trepar a un árbol enorme
para descubrir las estrellas,
de desear, ávida, un nido
Va despacio, llega al pubis
me canta, me encanta
Cuando traspasa el portal de jade
y descubre mares ocultos y tesoros
su júbilo campanea en mis ojos verdes
sube, moja, ofrece
llega con toda su negrura
y dentro del templo
se hace la luz