jueves, 8 de diciembre de 2011

El poder de escribir


Con profunda satisfacción, quiero compartir con ustedes el gusto que tuve de armar una antología de escritoras indígenas de América Latina. Una experiencia única, sentir el gran nivel poético, las sensaciones y mundos de estas mujeres.

Desde México hasta Chile, las poetas indígenas expresan el lenguaje profundo de la tierra, reafirman el mensaje del tiempo, conjuran una historia de dominio. Después del silencio, han tomado sus tambores, unas, sus tejidos, otras, sus tiestos de barro y su fuego, sus cabalgaduras y sus viajes. Porque desde el vientre de sus madres sabían la palabra, sabían el amor, la rebeldía. 

Y los traen convertidos en poesía, en sus propias lenguas: zoque, mapudungun, kichwa, shuar, quechua, maya, aymara, zapoteco, riquísimos referentes. Diversa musicalidad, diversas propuestas poéticas, un solo hilo conductor: mostrar a la gente una sabiduría que viene desde el fondo de mares y selvas, desde el respeto a los abuelos y abuelas, desde un alma que reina más allá del universo. Son tucanes, jaguaras, manatíes. Rayo, cacao y chicha de  maíz. Guanábana, cañaveral, erotismo sutil. También son grito y consigna, mujeres que continúan tejiendo el orgullo de la estirpe; son poder y fertilidad, flor de manzana, camino de libertad.

Este libro trae un discurso diferente al del mundo donde impera la academia patriarcal. Es verbo fresco y a la vez antiguo que viene a renovar, a remover, a decir que aún hay caminos por hacer, misterios por descubrir, heridas que sanar.

Reunir a veintidos poetas indígenas de América Latina en una antología es hermanar a los países con la fuerza de la poesía. Para olvidar las fronteras y la muerte, para divisar horizontes de paz y de abundancia. Por que el arte de la palabra propia supere a la palabrería ajena, que este libro recorra continentes e invite a cantar a los espíritus.



miércoles, 7 de diciembre de 2011

Cobra


Estoy armada hasta los dientes
nadie derribará mi muralla 
ni el soliloquio que he montado en el pent-house 
ni la ciudad que brilla 
ni los barcos que fondean.

Subrepticia, una serpiente se arrastra hasta mis pies
clava en mis ojos su mirada verde
sus labios de Mona Lisa
me quita el piso y derrumba mi castillo. 
La caída despierta a la ninfa que dormía
la acuno inútilmente
me refugio en el metro, oscuro cíclope sin aire
en casa de mi madre
en brazos de mi padre
la cobra no me clavará sus dientes.

Viaje inútil, cerro de niebla
los niños conducen aviones de juguete
me escondo entre sus escafandras
la serpiente me encuentra
toma mi mano y lee mi destino: 
me perderé en su nido y adoraré su cola cubierta de pelos.

¿Conoce acaso mi debilidad? 
¿Vio en las líneas de mi mano cruces y desvíos? 
Su lengua bifurcada me envuelve
dice todo lo que quiero oír
ofrece un mundo de maravilla.

Quedo abismada 
ante tan magistral arquitectura
todo está bien menos mi pecho
donde la serpiente ha abierto un túnel 
para comerme el corazón.

(Del libro "Confesiones apocalípticas")

Acúsome padre que he pecado

¿Cómo entender el vertiginoso descenso a los infiernos?
¿Cómo curar el llanto de todas las vírgenes?
Entre calvario y cadenas, el crujir de dientes me atenaza.

Envuelta en la polvareda de los siglos
no hay rezo que no haya rezado para librarme de mis alas negras
para matar el arquetipo que se reproduce en mi matriz.
No hay agua bendita ni plegaria
para desterrar a la doliente virgen.

Tiemblan mis manos de turbio esqueleto
me pierdo buscando al ángel y su espada.

¿Cómo quitarme este manto de odio plañidero?
¿Cómo abrazar a este ser de dos cabezas?

Esta tarde me habita un cielo lleno de rocas
ni la lluvia puede lavar las manchas de mi cuerpo.

Acúsome padre que he pecado.

(Del libro "Confesiones apocalípticas")

Confesiones apocalípticas

Mi nuevo libro de poesía Confesiones apocalípticas, editado por Shakti, libros de mujeres ha ganado el premio de poesía Jorge Carrera Andrade del Municipio Metropolitano de Quito, 2011.

En mi poesía, convoco a la muerte para exorcizarla. A veces con humor, a veces con dolor, disecciono mis propios miedos para salvarme de la oscuridad y de los fantasmas que habitan este planeta dividido e inconforme. Son versos que ponen el dedo en la llaga de una sociedad que debe hacer cambios urgentes para que la gente que viene detrás de nosotros tenga un mundo amable y no acuda al suicidio para huir de la barbarie.

En la contraportada, Daniel Gómez Carrasco dice de mi poesía: “La revelación de los secretos más profundos y oscuros, expuestos de una forma descomplicada, producto de una vida agitada, es lo que nos trae Jennie Carrasco en esta ocasión. Un torrente de sentimientos desbordantes que rompen con la tediosa genética de sumisión y libera demonios muchas veces omitidos. Con luz lóbrega, la escritora ambateña, nos transporta a un laberinto de vivencias que desenmascaran una sociedad evidentemente inconforme y a punto de estallar en miles”.